Desde hace unos años, está de moda hacerse un test de ADN para demostrar que los humanos compartimos raíces de las que pensaríamos por nuestro color de piel. Que seas blanco y rubio no significa que tus ancestros también lo fueran, igual que si eres negro o latino. La historia nos ha llevado a mezclarnosy rastreando el fenotipo de nuestros ancestros nos damos cuenta de que somos como somos, en gran parte por las circunstancias. Como consecuencia de esta moda, Airbnb ha detectado otra tendencia: el aumento de los viajes al pasado para recorrer estas raíces genéticas.
Entre 2014 y 2019, se ha quintuplicado el número de personas que viaja a lugares que han aparecido en su ADN, según datos del portal de alquiles de casas vacacionales. En una encuesta, más de la mitad de los estadounidenses aseguraron que dejarían de beber alcohol durante un año por un viaje de este tipo gratis. Por esto, Airbnb se ha asociado con la empresa de análisis 23andMe para que, al recibir los resultados del test, los clientes puedan directamente reservar alojamiento y actividades tradicionales de los lugares que aparecen en él.
Pongamos por caso que alguien de Murcia se da cuenta de que uno de sus antepasados era un vikingo del sur de Suecia, otro, venía del territorio colonial que ahora es Colombia y otro, un magrebí —todos muy realistas según la historia de España—, aprovechará sus vacaciones para ir a visitar esos lugares. Por ahora, los españoles no somos de los que más curiosidad nos dan nuestros antepasados. De hecho, es mucho más popular en países que tienen una historia de migración más reciente como, claro, Estados Unidos, Canadá o Australia, pero también Reino Unido, Francia, Corea, Nueva Zelanda, Taiwan y Brasil. Países donde la migración ha sido clave para constituir la sociedad moderna, aunque no son los únicos. En el momento del boom de estos exámenes genéticos, un vídeo se hizo viral porque comparaba el ADN de estadounidenses de distintas etnias que no paraban de sorprenderse porque sus rasgos actuales no tenían tanto que ver con los de su árbol genealógico como pensaban.
Las pruebas de ADN han dado lugar también a playlists u otros tipos de productos que conectan a la gente con la que se supone que son sus orígenes, pero esto no deja de ser, de alguna forma, un comportamiento superficial. ¿No te interesaba Chile hasta que te diste cuenta de que la uña pequeña de tu pie derecho viene de allí? Esto no deja de ser una forma más de supremacismo. A todos nos da mucha curiosidad saber de qué estamos constituídos y, sobre todo, qué nos hace únicos. Por eso nos gusta tanto la carta astral o las pruebas de ADN, porque la exacta combinación que nos define es muy difícil de replicar.
La idea inicial de estos tests era sacar a la luz la idea de que todos estamos hechos de la misma carne, las mismas hormonas y las mismas lágrimas. Si las pruebas nos sirven para conocer el mundo de una forma más abierta y nos interesamos por las demás culturas de forma genuina, bienvenida sea esta nueva moda de viajar al pasado, pero no cometamos otra vez el mismo error de volar miles de kilómetros para seguir mirando hacia el mismo sitio: nuestro propio ombligo.
Vía: Código Nuevo