Se trata de un hallazgo que permite identificar que el escultor, pintor y arquitecto italiano Miguel Angel Buonarroti registró un detalle biológico que anticipó a la ciencia.
El David es una escultura de mármol blanco de 5,17 metros de altura y 5572 kilogramos de masa, realizada entre los años 1501 y 1504 por encargo de la Opera del Duomo de la catedral de Santa María del Fiore de Florencia.
Ahora bien, ¿qué demuestra esto? Esto es un claro síntoma de lo que sucede en cualquier joven saludable cuando se encuentra expuesto ante un nivel de excitación al tener que enfrentar a un adversario. En este caso, se trataría de los efectos ocasionados ante la oposición a Goliat.
Es decir, Miguel Angel reflejó en su escultura, lo que luego con más de 100 años después sería explicado como la mecánica del sistema circulatorio.
Tal como explica Gelfman, esta distensión en la vena yugular puede verificarse como un acto reflejo ante las “elevadas presiones intracardíacas y posibles disfunciones cardíacas”: “Miguel Angel, como alguno de sus contemporáneos tenía una formación anatómica. Me di cuenta que debió haber notado una distensión venosa yugular temporal en sujetos sanos que están excitados”.
Además detalló, “en la época de la creación del David en 1504, el anatomista y médico William Harvey no había aún descrito la verdadera mecánica del sistema circulatorio. Y ello no sucede sino hasta 1628”.
A su vez, este detalle anatómico aparece nuevamente en la escultura de Moisés que se encuentra en la tumba del papa Julio II en Roma. En esa obra de arte, asegura Gelfman, “la mayoría de los espectadores también estarían de acuerdo en que se cree que Moisés sentado está en un estado excitado”.
(Vía: Intríper)