Algunas personas mencionan que se le ha visto rondar en la selva de Yucatán, en el municipio de Tecoh y por la Ruta Puuc de Campeche
México tiene un sinfín de leyendas: las hay románticas, con final tristísimo, macabras y mitológicas (que pueden tener un poco de las anteriores). Leyendas como “La Llorona”, “La Planchada”, o “La Pascualita” son más que conocidas y muchos no nos cansamos de escucharlas y contarlas. Son parte de nuestro folclor y siempre deben mantenerse vivas.
En esta ocasión, en Destinos, queremos contarte un mito menos conocido que nació en la península de Yucatán: no, no se trata de los aluxes sino de Che Uinic, un gigante que habita en la selva y, según algunas versiones, es el terror de los turistas despistados.
¿Quién es el Che Uinic?
Su nombre se deriva de los vocablos mayas: wíinik (hombre), ch’éej (monte) o che’ (árbol, madera y palo), así que puede traducirse de varias maneras: “el hombre de los montes” o “el hombre de los bosques”.
Esta criatura de la mitología maya vive en cavernas, en la espesura de la selva, alejada de los grandes poblados y, sobre todo, de lo divino. Generalmente, sale por las noches, ya muy muy tarde, seguramente a cazar para poder alimentarse. Su comida favorita: los humanos.
Este antropófago, que muchos llaman el Pie Grande yucateco, lo describen como un gigante o monstruo de cuerpo peludo y de color rojo, con una voz fulminante y grave, capaz de ensordecerte y dejarte paralizado del miedo. Algunos le atribuyen poderes sobrenaturales pero, más allá de su aspecto y de merendarse gente, no hay mucho más.
Si alguien se aleja mucho de la civilización y se pierde en la selva a altas horas de la noche, seguro esta criatura aparecerá para devorar al perdido
También se dice que parece musculoso pero, en realidad, no tiene articulaciones e incluso está deshuasado y, además, tiene los pies al revés, lo cual le dificulta caminar, por lo que tiene que usar el tronco de un árbol como bastón.
Algunos cazadores aseguran haberlo visto. Para escapar de él hay dos remedios, según quien lo cuente: correr tan rápido como uno pueda, pues con esa condición con la que el gigante se carga, será poco probable que te llegue a alcanzar. La otra opción es tomar una ramita del suelo y bailar con mucha energía y gracias para hacer reír a Che Uinic para que este caiga al suelo. Cuando logre levantarse, tú ya estarás a kilómetros de distancia. De hecho, el monstruo solo puede dorimir apoyado en un árbol.
Foto: Explore Cultura, sitio web
Su dieta consiste de carne humana. Si alguien se aleja mucho de la civilización y se pierde en los montes en altas horas de la madrugada, el che uinic aparecerá para devorar al perdido. De acuerdo a la leyenda, para salvarte del Che Uinic lo que debes hacer es agarrar unas ramas de un árbol, bailar con éstas, hacer malabares y cantar al mismo tiempo. El ser al ver esto no podrá controlar su risa y su peso, caerá al suelo y no podrá ponerse de pie, en ese momento la persona debe huir.
¿Dónde han visto al Che Uinic?
Algunas personas mencionan que se le ha visto rondar en la selva de Yucatán, en el municipio de Tecoh y por la Ruta Puuc de Campeche que abarca cinco zonas arqueológicas: Edzná, Tohcok, Chunhuhub, Xcalumkín y Kankí.
Según el portal de noticias Yucatán Today, en 2007, al revisar las memorias del VIII Congreso Nacional Mexicano de Espeleología se habló de la leyenda del Che Uinic pero dándole un significado social, y enfocándose en las personas que viven exiliadas de la sociedad en el corazón de la selva.
Foto: Instagram @mexiquebystl
El especialista Evia Cervantes fue quien le dio esta interpretación al mito: “Los relatos no enuncian abiertamente las infracciones a las normas, más sí exhiben a quienes las cometen como seres indeseados. De hecho, no se les considera parte de la entidad social porque habitan en cuevas del monte o selvas (…) Una persona, capaz de cometer una (mala acción) puede ser expulsada o -al menos- rechazada por el grupo del cual forma parte. Indirectamente, se valoran positivamente las pautas de conducta que sirven para posibilitar la armonía del colectivo social y para reforzar la identidad de quienes comparten el mito.”
(Vá: El Universal)