La imagen de Victoria Federica, hija de Elena de Borbón, con un cerdito vietnamita que le habían regalado, se ha convertido en una de las más comentadas de su puesta de largo. Envuelto en la bandera de España, el adorable animal ha evidenciado que la complicidad de estas mascotas y la aristocracia sigue vigente. La duquesa de Montoro, Eugenia Martínez de Irujo, ya protagonizó un emotivo episodio al despedirse de Bacon, un enorme ejemplar porcino que presentó en sus redes sociales y que falleció a causa de una neumonía hace un año. La hija de esta, Cayetana Rivera, también recibió por su mayoría de edad un simpático cochino.
A pesar de estos precedentes aristocráticos, si los marranos son hoy vistos como mascotas y no exclusivamente futuros fiambres ha sido gracias a la decisiva contribución de estrellas de Hollywood, cantantes, deportistas y celebrities. Entre todos ellos, fue George Clooney y su gigantesco cochino vietnamita, Max. Inicialmente pensado como un regalo a su novia de entonces, la actriz Kelly Preston, se lo quedó él cuando ella se fue con Charlie Sheen, para después casarse con John Travolta, su marido desde entonces. El protagonista de Urgencias y el cerdo se hicieron inseparables, hasta el punto de que, bromeando con su fama de mujeriego, aseguraba que era su relación más larga. La presencia de Max fue un problema con algunas parejas, pero Clooney siempre tuvo claras sus preferencias: “A todas les digo lo mismo: ‘Si me quieres, quiere a mi cerdo”.
Con Max en casa, el actor no necesitó un despertador durante los 19 años que vivió el animal. Por la mañana gruñía y chillaba puntualmente exigiendo el desayuno, así que George no tenía más remedio que levantarse para que se callara. En una ocasión, la insistencia y sonoridad del marrano salvó la vida a su amo. En la madrugada del 17 de enero de 1994, George Clooney dormía tranquilamente cuando comenzaron a manifestarse una serie de temblores. Los cimientos de la casa estaban empezando a ceder. Max no lo dudó y entró a la habitación de la estrella y sacó a Clooney a rastras de la cama. “Me despertó gruñendo. Y yo enseguida me di cuenta de que todo se derrumbaba, así que salí corriendo desnudo del dormitorio con Max a mi lado, siguiéndome”.
Arnold Schwarzenegger, con el que compartió rodaje en Batman y Robin, fue testigo de la especial relación entre ambos. Fue por eso que el ex gobernador de California se hizo con Bacon, igual que el cerdo de Eugenia Martínez de Irujo. También resultó tener la misma tendencia a engordar. “Mis hijos le daban de comer cuando me descuidaba”, explicó. El animal enseguida se puso en 130 kilos, lo que hizo que Arnold llamase preocupado al único dueño de cerdos que conocía, George Clooney. “La panza le choca contra el suelo y no le puedo coger en brazos; ¿qué hago?”, preguntó. En contra de las quejas de su familia, encariñadísima con Max, le envió a una granja de adelgazamiento.
Cuando en las navidades de 2009 Victoria Beckham regaló a David Beckham dos cerditos enanos, la pareja se puso de acuerdo en que se daban un aire a una pareja amiga: Elton John y su marido David Furnish. Nunca llegaron a presentarlos en sociedad, salvo por una breve aparición en un vídeo del que hoy no hay rastro. La rumorología afirma que el exfutbolista convenció a la diseñadora de que quizá no era buena idea comparar al músico con un chon.
Otro futbolista, aunque esté más polémico y excéntrico, también protagonizó una triste historia con su cochina mascota. En su constante deambular por equipos de Europa, el italiano Mario Balotelli militaba en las filas del Manchester City a principios de esta década. Estaba muy encariñado con Super, una cerdita encantadora que aparecía en sus redes sociales y que tomaba prestado el apodo del delantero. Hasta el punto de que cuando fue traspasado al Liverpool hizo todo lo posible porque le acompañara hasta la ciudad inglesa. Sin embargo, las autoridades del país se mostraron estrictas y ni siquiera ofrecieron la posibilidad de que el animal pasase un periodo de cuarentena. Exigían que el deportista se inscribiera en un registro como ganadero, así que con todo el dolor de su corazón, el deportista no tuvo más remedio que darla en adopción.
Un sacrificio similar al que tuvo que hacer Megan Fox. La actriz contaba con una numerosa prole animal en casa, entre la que había gatos, perros, ardillas y pájaros. También un cerdo vietnamita llamado Piggie Smalls. En 2010 se fotografió con todas sus mascotas en un reportaje y pudimos ver la excelente química entre ella y el gorrino, pero desgraciadamente dos años más tarde tuvo que desprenderse de Piggie. La explicación la ofreció el actor Brian Austin Green, pareja y padre de los tres hijos de la protagonista de Transformers. “Son unos animales muy divertidos, geniales para convivir con ellos, realmente inteligentes. El nuestro se volvió muy agresivo sexualmente porque no le castramos. Hasta el punto de que se montaba y frotaba contra cualquier que venía a casa. Y no es como con un perro, porque un cerdo tiene pezuñas que te clava y además intenta morderte para agarrarte”.
Para Miley Cyrus ese tipo de renuncias serían impensables. La cantante no tiene con sus cerditos una relación de amo y mascotas, sino más bien maternal. Por su 20 cumpleaños la asociación PETA reconoció la labor en defensa de los animales de granja de Miley dándole en adopción a Nora, una marrana rescatada de un refugio. En 2017 la artista, preguntada por los motivos de que no diera más conciertos, aseguró en el programa de Howard Stern que si no salía de gira era porque no podía separarse de sus marranos . “Así quiero yo a mis cerdos”, dijo para dar la medida del vínculo que ella y su marido Liam Hemsworth tienen con su familia animal.