Así es Kulubá, la zona arqueológica escondida de Yucatán: FOTOS
A 35 kilómetros de la cabecera municipal de Tizimín, dentro de los ranchos Kulubá y Emannuel, se encuentra el Templo de Kulubá, que tiene una antigüedad aproximada de mil años y es de los pocos sitios arqueológicos en esta región que se conserva prácticamente intacto.
Este complejo arqueológico maya, que está esparcido a lo largo de nueve kilómetros y cuyo significado en español es “Agua del perro salvaje kulú”, fue influenciado fuertemente por las regiones de Puc y Chichén Itzá, misma que se nota en las 400 estructuras que lo conforman.
Una de las zonas más impresionantes de este sitio es su plaza central compuesta por 12 estructuras que contiene las pirámides más altas del lugar. Los paisajes naturales de cenotes y rejolladas de este territorio influenciaron en las decoraciones manifestadas en estos vestigios, lo que demuestra la importancia entre la relación de la cosmogonía maya y la naturaleza.
La forma del palacio de Kulubá es algo única. Sus dimensiones: 55 metros de largo, 15 metros de ancho, pero solo seis metros de alto. En general, el palacio constaba de solo seis grandes salas. El palacio de Kulubá es parte de un complejo más grande que también incluye dos habitaciones residenciales, un altar y un gran horno redondo. Fue descubierto en 2019.
Los materiales de la construcción indican que se dieron dos fases de ocupación: una en el periodo Clásico Tardío (600-900 d. C.) y en el Clásico Terminal (850-1050 d. C.).
La zona ecoarqueológica de Kulubá, que aún permanece escondida en la selva baja y un rancho ganadero que desde 2019 adquirió el INAH, fue descubierta en 1939 por el investigador estadounidense Wyllys Andrews.
Cuenta con tres núcleos principales, distribuidos entre cenotes, que son depresiones donde los mayas cultivaron cacao, en cuyo lecho hay pozos prehispánicos.
Para llegar al lugar, ubicado a 212 kilómetros de Mérida, la capital yucateca, el visitante tiene que atravesar algunos caminos de terracería en mal estado, aunque vale la pena por las piezas de piedra tallada por los mayas prehispánicos.
(Vía: El Heraldo de México)