El pintor pudo crear sus mejores obras gracias a este afortunado hecho.
Claude Monet, uno de los padres y máximos exponentes del impresionismo, movimiento artístico que comenzó en 1874 y que se distinguía por el manejo de la luz en las obras, fue un ganador de un gran premio de la lotería en Francia, su prolífica carrera en el arte se le debe a este afortunado hecho ignorado por la mayoría de las personas.
Monet nació en 1840 en París y uno de sus primeros acercamientos al arte fue en 1851, cuando en sus estudios de secundaria estudió dibujo con Jacques-François Ochard, Monet dibujaba caricaturas de sus profesores y compañeros, poco a poco su talento fue adquiriendo mayor fama y reconocimiento en toda la ciudad, hasta el punto que cobraba cantidades considerables por su trabajo como caricaturista e ilustrador. Su familia nunca fue adinerada, su padre trabajaba en distintos rubros que involucraban el comercio de especias, en temporadas podía apoyar económicamente a su hijo, pero generalmente Monet lograba solventar con la venta de sus caricaturas.
Mientras el tiempo pasaba Monet logró dominar otras técnicas de manera empírica y comenzó a pintar con diversos materiales retratos y paisajes. Tiempo después viajó a París y tuvo la oportunidad de estudiar con Auguste Toulmouche y Charles Gleyre. Pintando, conoció a Camille Doncieux, quien fue su modelo en distintas obras, como El desayuno y Camille en vestido verde. Monet y Camille iniciaron una relación romántica e inesperadamente formaron una familia, pero, cuando nació Jean, su primer hijo, en 1867, comenzaron a tener algunas dificultades económicas.
Nunca vivieron una pobreza alarmante, pero carecían de estabilidad como consecuencia de la Guerra Franco-Prusiana y los trabajos esporádicos por encargo del pintor quien se negaba a entrar en las normas o corrientes artísticas de mayor popularidad. El estilo de Monet no era tan popular comercialmente, la gente solo veía manchas, esfumados y colores duros. Su situación fue mejorando paulatinamente, mientras Monet ganaba prestigio en el círculo artístico de París y pudo vender sus cuadros a mejores precios con mayor frecuencia, además de recibir una pequeña fortuna como herencia cuando murió su padre en 1871, gracias a esta soltura económica pudo pintar uno de los estandartes del impresionismo: Impresión, sol naciente.
Claude Monet, Impresión Sol naciente, 1872.
Para el año 1890, Claude Monet ya contaba con una carrera consolidada y mayor aceptación a nivel comercial, pero aún solía pintar por encargo. Fue hasta 1890 cuando en un movimiento azaroso Monet ganó un premio de la Lotería Nacional Francesa correspondiente a 100 mil francos, una cantidad que correspondería a 338 mil dólares actualmente, así que con esta fuerte suma de dinero el pintor, a los 50 años, pudo dedicarse plenamente a explorar su profesión sin atenerse a las necesidades económicas, únicamente contemplando los paisajes que le ofrecía la naturaleza, a partir de este momento nacieron sus series más famosas, como: Los Álamos, Los Nenúfares o Venecia.
Claude Monet, El estanque de los Nenunfares, 1900.
Monet murió en 1926, es decir vivió los últimos 36 años de su vida pintando a placer, con el tiempo fue reconocido su valor artístico y legado cultural, el cual, afortunadamente y a diferencia de muchos otros colegas, pudo gozar en vida.
(Vía: CulturaColectiva)