La exposición internacional de Alta Relojería, celebrada en Ginebra del 15 al 19 de enero, es una oportunidad para redescubrir extraordinarios relojes astronómicos escondidos en las iglesias de Francia
Más que un simple reloj, que solo indicaría las horas, el reloj astronómico es una pequeña joya mecánica. Indica todo tipo de información relacionada con la astronomía: las posiciones del sol, la luna, los signos del zodíaco, los eclipses, fiestas religiosas, fechas de las mareas, etc.
Algunos relojes más complejos también están adornados con pequeños autómatas.
Estos monumentales relojes mecánicos aparecieron a principios del siglo XIV y tienen su origen en el mundo monástico.
La Regla de San Benito, extendida por toda Europa, se basaba en la oración comunitaria en horas precisas del día (maitines, laudes, prima, tercia, vísperas …) y por eso necesitaban de los «despertadores».
Estos relojes, que al principio tenían un mecanismo muy simple (una pequeña campana) terminaron avanzando en precisión.
Y así fue, que a partir del siglo XIV se desarrollaron cada vez más relojes técnicos, llamados hoy “relojes astronómicos”, mucho más complejos y pertenecientes a los oficios de diferentes corporaciones: relojeros, matemáticos, pintores, miniaturistas, etc.
Hay relojes astronómicos en toda Europa. En Francia hay una docena, entre los más famosos están los de Beauvais, Besançon y Estrasburgo.
Son muchos conservados en iglesias, pero también hay otros que se encuentran en alcaldías o empinados sobre algunos campanarios y torres cívicas.
(Aleteia)