La población china ha sufrido persecución fuera de su país de origen en distintos momentos de la historia. Según una encuesta de BBC World Service, el 26% de los mexicanos tienen una mala opinión de los chinos.
Lamentablemente, la popularidad de esta y otras poblaciones asiáticas ha caído desde la aparición del Covid-19. La expansión del virus, cuya primera detección se hizo en la ciudad china de Wuhan, se ha traducido en distintos ataques contra las minorías migrantes de chinos en distintos puntos del orbe.
Las tiendas de artesanías y restaurantes de comida con motivos orientales se mezclan con la cotidianidad mexicana, misma que ha hecho de la calle de Dolores un recinto de sincretismo cultural.
Sin embargo, este barrio que nació a inicios del siglo XX como una necesidad de los habitantes chinos que provenían del norte de México, hoy solo funge como centro turístico que emula a los barrios chinos de las grandes ciudades del mundo.
Durante el siglo XIX, una oleada de migrantes chinos llegó al norte del país con la esperanza de viajar a los Estado Unidos, pero terminaron asentándose en Baja California, Sonora y otros estados norteños, llegando a ser presa de persecuciones racistas que tenían relación directa con el nacionalismo posrevolucionario. Tras acusarlos de aliarse con el régimen porfirista, se llevaron a cabo masacres de chinos en el norte del país. Fue allí cuando los chinos de México iniciaron un éxodo al centro del país.
Actualmente en la Ciudad de México emerge un nuevo barrio chino, que a diferencia del ChinaTown oficial de la alcaldía Cuauhtémoc, se erige como una auténtica ciudadela en el que los chinos habitan más allá del folclore, las fiestas de Año Nuevo y los típicos adornos para la buena suerte.
Del ChinaTown a la formación de una comunidad china
Al sur-oriente de la Ciudad de México, en los bordos del hoy entubado Río de la Piedad, se estableció a mediados del siglo XX la colonia Viaducto Piedad, la cual empezó a ser habitada por ciudadanos de clase media que vivían a base del comercio. Esta colonia de la alcaldía Iztacalco creció rápidamente en la zona lacustre del entonces Distrito Federal.
Durante la década de 1990, la colonia Viaducto Piedad sufrió un deterioro paralelo al de toda la zona centro, efecto directo de la alta sensibilidad sísmica del lugar, así como de algunas políticas del expresidente Ernesto Zedillo. Esto dio al lugar su tinte actual: casas geométricas descuidadas, comercios formales e informales en las avenidas principales y el ambiente sereno de un barrio clásico de la Ciudad de México.
Un nuevo barrio chino
A inicios del siglo XXI una oleada de migrantes chinos hizo de la Viaducto Piedad un nuevo destino para establecerse. Pese a que los migrantes se establecen en distintos sectores según vetas económicas, lo cual en ocasiones genera su dispersión, en la colonia Viaducto Piedad se asientan de forma comunitaria familias chinas de clase media, cuya principal actividad es la industria gastronómica.
Lavanderías, minisúpers, estéticas y restaurantes, contrastan frente a los negocios mexicanos. A diferencia de otros establecimientos, los rótulos de estos comercios están escritos en mandarín y sus encargados apenas pronuncian algunas palabras en español e inglés, lo cual da a esta comunidad un aire hermético que permite experimentar un auténtico barrio chino con hábitos y tradiciones que trasladan sutilmente a la China cotidiana y genuina; ambiente lejano a los espectáculos construidos por las industrias de los ChinaTown.
Aquí encontrarás deliciosos platillos cantoneses que son consumidos por familias chinas originarias de la región de Sichuan, siendo poco frecuente la visita de mexicanos. Su decoración es discreta, pero la experiencia te dejará la sensación de una visita genuina a la comunidad china que migró a México y no de un recorrido turístico.
(Vía: México Desconocido)