La fabulosa historia de un sacerdote aviador, filmada por Stanley Kubrick
Louise Alméras
El extraordinario cineasta estadounidense Stanley Kubrick comenzó su carrera cinematográfica lejos de los temas polémicos que se le conocen. Uno de sus primeros filmes es un pequeño documental dedicado a la figura insólita de un sacerdote católico de Nuevo México, el padre Fred Stadtmuller. Su particularidad es que se desplazaba en avión para ir al encuentro de sus feligreses
De modo que el sacerdote se desplazaba a bordo de su Piper Club, un avión ligero biplaza de cabina cerrada bautizado “Spirit of St. Joseph”, y atravesaba el cielo para ir a la iglesia o acudir en ayuda de una joven madre cuyo hijo de un año estaba enfermo. Con este documental, el director rinde un hermoso homenaje a las misiones católicas.
La odisea de un sacerdote salvador
En 1951, Stanley Kubrick solo tenía 23 años y poseía ya esa aspiración de abordar temas intensos. El sacerdote, de origen bávaro y del que relata dos días sucesivos, parece ser un pretexto para ahondar en el misterio de lo espiritual, o del arte, con la ayuda de su cámara.
A esa edad, su maestría ya era sorprendente. La primera panorámica sobre el desierto prefigura su futuro genio, los numerosos travellings futuros, los primeros planos de rostros y los cortes. Una voz en off relata las aventuras del “padre volador” y su avión salvador. A veces de tono irónico y alborozado, la película destaca la poca gloria que cosechó el sacerdote a pesar de sus logros y su abnegación.
Cuando el sacerdote se dirige a un enterramiento, el “Spirit of St. Joseph” es recibido como un signo de consuelo por parte de los fieles. Lo vemos también celebrar la misa a través de planos muy luminosos y maravillosamente encuadrados.
En un juego de oposiciones entre el sacerdote y los demás personajes, uno siempre luminoso y los otros más sombríos, las imágenes cuentan la historia de un mensajero espiritual. Un mensajero que ve las miradas puestas en él, unas veces teñidas de esperanza, otras de angustia, mientras que su mirada permanece fija en su objetivo y en su misión. La odisea del Flying Padre, con sus alas bondadosas, marca el inicio de la obra del joven Stanley Kubrick.