¡ Rebelde y elegante por siempre, Estefanía de Mónoca celebra 54 años !

Recordamos a la hija pequeña de la princesa Grace Kelly, quien, tras haber vivido siempre con la etiqueta de rebelde, ha luchado por construirse como una mujer libre y dueña de sí misma.

La “niña salvaje”, como la llamaban cariñosamente su madre y su padre, el príncipe Rainiero III, se convirtió en mujer.

Quien ahora se mira, tan comprometida con causas sociales que incluyen desde ayudar a niños y jóvenes con discapacidad hasta la protección de animales de todo tipo, responsable de sus hijos y con una activa participación en los compromisos reales, podría pensar que la chica rebelde que puso de cabeza a la monarquía monegasca cambió por completo.

Y sí, es cierto que ha madurado, pero su esencia no la abandona y sigue sorprendiendo con sus decisiones. Ya lo hizo antes, cuando después del accidente automovilístico en el que su madre perdió la vida, ella continuó más libre que nunca y convencida de que tenía que disfrutar al máximo cada día.

“De repente comprendí que todo se puede detener de un momento a otro. Por eso hice todas esas cosas. Quería aprovechar hasta el fondo, pero también encontrarme a mí misma, hallar mi lugar”, confesó para la revista Paris Match en 2011.

En los años 80, Estefanía pasó por todo: estuvo a punto de morir y fue víctima del acoso de la prensa que la responsabilizó del fallecimiento de su madre, la princesa Grace Kelly,  al señalar que era ella quien conducía el auto en el que chocaron mientras sostenían una fuerte discusión.

En ese tiempo, los Grimaldi cerraron filas y se hicieron uno mismo para proteger a la más pequeña de la familia, que logró superar su sentimiento de culpa, pero no por ello aniquilar su alma indomable.

Rebelde siempre

Luego de tener varias parejas que, por su linaje, parecían ser los candidatos ideales para una princesa, ella los hizo a un lado para involucrarse con Daniel Ducruet, el guardaespaldas que se convirtió en el padre de sus dos hijos mayores: Louis y Pauline.

Su padre Rainiero III de Mónaco al enterarse le retiró la designación económica que tenía al ser integrante de la realeza.

Ello no la detuvo y en 1990 dio a conocer que estaba embarazada de Daniel Ducruet.

Con un bebé en camino y sin dinero, vendió la exclusiva de la llegada de su hijo, y la Casa Realmonegasca ardió en llamas de indignación. El pequeño Louis fue bienvenido a la familia, pero no así Estefanía ni su pareja.

En 1994 nació su segunda hija, Pauline  y un año después el príncipe Rainiero  por fin aceptó que ella y Ducruet se casaran.

Sus advertencias no tardaron en quedar demostradas: en 1996 se descubrieron unas fotografías en las que aparecía el flamante esposo manteniendo relaciones sexuales con una mujer. Aún así Estefanía quiso perdonarle, pero en una discusión él le propinó un golpe en la cara.

La historia terminó ahí, pese a los esfuerzos del guardaespaldas por obtener el perdón de la princesa, ella no quiso saber más de él.

Sus rebeldías no pararon, sin embargo, los últimos meses de los años 90 marcaron el camino para que el huracán entrara en calma: en 1998 nació Camille, su tercera hija, cuyo padre también es guardaespaldas y con quien jamás se casó.

Su caleidoscópica vida la alejó de su padre, dejaron de hablarse y tratarse por mucho tiempo, pero fue ella quien lo acompañó en su enfermedad y estuvo a su lado el día de su muerte en 2005, sellando así su reconciliación.

El último de sus amores importantes fue el acróbata portugués Adans Peres, con quien se casó en 2003, y aunque el matrimonio no prosperó, eso no afectó su crecimiento personal.

Es cierto que sus padres, con sus respectivas muertes, se libraron de muchos disgustos y malos momentos que habrían pasado a causa del mal comportamiento de su pequeña; sin embargo, no queda duda de que ahora podrían sentirse orgullosos de celebrar su aniversario 54 y reconocer en ella a una mujer plena, serena y madre de tiempo completo. Una digna heredera de los Grimaldi.

 

(Vía: Vanidades)

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